Follow my blog with Bloglovin ¡HEY ARNOLD! LA JUNGLA: CAPÍTULO 12 ~ LAS BÓVEDAS DE ACERO

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Terry Moore es un escritor y dibujante de comics que suele trabajar de manera independiente. Aunque tiene algún trabajo aislado aquí y allá...

miércoles, 14 de octubre de 2015

¡HEY ARNOLD! LA JUNGLA: CAPÍTULO 12

Bueno, ha pasado un buen rato desde la ultima entrada, y aun mas desde un cap de mi fic de Hey Arnld, pero como siempre que tengo oportunidad de decirlo, el fic no muere, siempre esta entre mis pendientes, y por fin pude terminar el esperado (o eso espero) capitulo 12, desde ya he de decir que me gusto escribir este cap, y es ademas MUY importante dentro de la historia, es un completo punto de inflexión para lo que esta por venir.

sin mas se los dejo a continuación




Capítulo 12.

La velocidad de la Luz

Pasaban ya cinco Días desde que se habían adentrado en la jungla, y la misma se le empezaba a causar desesperación en los chicos. En tan corto tiempo, había surgido ya una rutina, caminar, vegetación calor, y humedad sofocante, acompañado de distancias más grandes de las que jamás habían caminado, sin que pareciera que avanzaran más que unos pocos metros. Para ese momento, su desaparición ya debía ser más que obvia, los maestros tendrán que haber iniciado ya alguna medida de emergencia, y los padres de Helga, Phoebe, Gerald y Lila habrían sido ya notificados. Arnold se concentraba en cado paso en no pensar en las consecuencias que atraería a sus amigos cuando terminara todo, o peor aún, en que respondería si pasaba algo grave.


Mientras tanto en otra sección de la jungla, un grupo de chicos diferente avanzaba a paso lento pero seguro. La comitiva estaba conformada por casi toda la totalidad de la clase del Sr. Simmons.

El grupo, que caminaba con cautela unos muy cerca de otros se veía bastante preocupado, al llegar a un pequeño claro, decidieron sentarse y esperar.

-¿Hace cuánto que se fue Nadine?- Pregunto Rhonda que miraba hacia la espesura de la jungla con una cara de preocupación digna del Sr. Simmons.
-Creo que hace poco más de una hora.- Le respondió Eugine, que aunque igualmente preocupado procuraba mantener al grupo lo más optimista posible.
-¡Tengo Hambre y estoy cansado!- Se quejó Harold que se acababa de echar en el suelo boca arriba para maximizar el alcance de su queja- ¿Cuánta comida nos queda? - pregunto sin dejar de quejarse.
-Aún hay un poco, pero no durara demasiado, en definitiva no creo que baste, este viaje parece resultar más largo de lo que creíamos.- Contesto Sid más al grupo que a Harold.
-Bueno, por eso es que Curley salió a recolectar fruta, debo decir que parece bueno en este tipo de situaciones- comento Stinky
-El tipo ya es mitad mono, de seguro que está en su medio- Agrego Rhonda.
-Bueno, sin duda no habríamos llegado a este punto sin él o Nadine- dijo Sheena a Rhonda a la que no le quedo más que admitirlo.
-Supongo que tienes razón, Arnold y su grupo están acompañados por un experto en la jungla, igual el Sr. Simmons, Sin Nadine y Curley que parecen saber bastante al respecto, es probable que no pasáramos del primer día.
-Aun así me gustaría que igual nos acompañara un experto- Dijo Sid, estaba asustado ante la posibilidad de accidentes, fracturas, lesiones, y venos a los que podría verse enfrentado.- Tal vez deberíamos ir con Simmons.
-¡Estás loco! Él nos aria regresar al instante.- le respondió Harold que seguía tirado en el Suelo.

Parecía que estaba por iniciar una pequeña discusión cuando el grupo noto que algo se movía entre la espesura de las plantas que tenían frente a ellos. Todos se quedaron en silencio mientras observaban como salía una silueta dentro de las hojas, que poco a poco fue esclareciéndose. Una chica de cabello rubio arreglado en varias coletas, y de tez morena se acercó a los chicos.

-¡Oh por dios Nadine! Avisa cuando estés cerca, por poco nos matas del susto.- Le replico Rhonda que había cambiado rápidamente su temor por furia cuando su mejor amiga llego.
-Cielos, lo siento chicos, no pensé que pudiera asustarlos.- respondió Nadine sin darle importancia al asunto.
-¿Y bien? ¿Dónde están? ¿Te vieron?- Pregunto Stinky.
-El Sr. Simmons, Wartz y ese tal Dr, Castro están como a una hora de aquí, dirigiéndose hacia el sur, no creo que hayan notado aun que los estamos siguiendo.
-Eso es bueno, mientras podamos seguirles el paso sin que nos noten; no deberíamos tener problemas.- dijo Eugine.
-Bueno, siempre que nada más nos encuentre.- Agrego Stinky, y todos callaron considerando esa posibilidad.


Arnold avanzaba a pasos presurosos, estaba en una fase optimista del día en la que sentía que podía atravesar toda la jungla en unas cuantas horas. Apenas hace unos momentos estaba preocupado por lo que podía pasar a sus amigos, pero después de mucho pensar había llegado a la conclusión de que con optimismo y determinación, lograría salir adelante en su misión y regresarlos a casa sanos y salvos.

Superada esa preocupación le había embriagado una ola de optimismo, acaban de descubrir una pista de los ojos verdes en esa cueva, y sentía que eso lo acercaba más al misterio de sus padres.

Todas esas cavilaciones pasaban por la mente del chico rubio cuando Lila hablo.

-¿Qué tan probable es encontrar otro jaguar como el de hace unos días?
-Hmm… no creo que muchas en probabilidades en realidad, siempre es posible encontrar depredadores en la jungla, pero estos siempre existen en menos proporción que el resto de los animales… Aunque claro eso depende también del tiempo que pasemos en la jungla y que nos mantengamos en movimiento.- Le contesto Eduardo a Lila.
-Bueno eso significa que no corremos demasiado peligro. ¿Cierto?- Pregunto Helga.
-Bueno, en realidad los depredadores no son el único peligro en este lugar, hay muchos animales venenosos, como insectos y ranas. La lluvia también puede ser peligrosa, ya que ocasiona deslaves, y aumenta la corriente de los ríos, haciendo muy peligroso caminar por aquí, incluso aunque la lluvia y haya ocurrido. Es decir, que no conviene para nada confiarse mientras estamos aquí, hay que estar siempre alertas.
-si… Es bueno saberlo…

Y así, continuaron caminado por varios kilómetros, mientras hablaban de los peligros de la selva, y también de cosas más triviales.


Eran las siete de la mañana en punto en y en la casa de huéspedes Sunset Arms se estaba celebrando una reunión con los padres de los niños de la publica 118 que habían ido a un viaje estudiantil a San Lorenzo.

Hace unos días el abuelo había tomado la decisión de ir a San Lorenzo, acompañado de algunos de los huéspedes de la casa. Sin embargo los planes cambiaron cuando él ya estaba haciendo las maletas, pues recibió la llamada de un histérico Sr. Simmons que le explicaba la desaparición de Arnold dentro de la jungla.

Si bien Phil ya se imaginaba que el chico terminaría haciendo esa locura, y de alguna forma confiaba en él, la extraña y coincidente desaparición del Sr. Smith lo había hecho preocuparse, y al enterarse por boca de Simmons que con Arnold estaban otros niños, la cosa había cambiado, necesitaba ahora la cooperación de los padres de Helga, Gerald, Phoebe y lila.

Justo cuando estos parecían tener nuevamente todo para partir, nuevamente otra llamada cambio los planes por completo, esta vez, era del hotel donde los chicos debían quedarse .

¡Toda la clase había desaparecido! Era fácil imaginar donde se encontraban, pero no por eso localizarlos sería fácil. Ahora Phil necesitaba reunirse con todos los padres.
-Muy bien. ¿Están ya todos aquí? ¿Si? Entonces comencemos.
Todos asentían prestando atención al Abuelo cuando sonó la estruendosa voz de Big Bob.
-¡Momento anciano! ¿Quién lo puso a usted a cargo de esto? ¿No es su chico la causa de este problema? – Algunos de los padres parecían haber cambiado de opinión y estar de acurdo con Bob.
-Bueno Pataki, no veo que nadie más tenga una idea de que podríamos hacer ¿Tu si?
-¡Por supuesto vamos a ese lugar, entramos a esa estúpida jungla, y sacamos a nuestros hijos de ahí!
-Suena fantástico Pataki pero ¿Tienes alguna idea de que hacer dentro de una jungla?
-Más que usted anciano, serví en Vietnam por años.
-Bien yo serví en la segunda guerra.
-Claro su experiencia por los campos franceses, deben ser útiles en la selva sur americana.
-Pues Johanssen también sirvió en Vietnam ¿Por qué no es el sujeto a cargo?
-Dios, yo… no sé, realmente no estuve tanto tiempo en Vietnam Phil.-Contesto el padre de Gerald.
-Bien entonces Hyunh, el de hecho vivió en Vietnam buena parte de su vida.
-Cielos Abuelo, estoy muy contento de poder ayudar, pero realmente creo que usted es quien debería estar a cargo.
-muy bien, muy bien, calmémonos todos. ¿Qué les parece si votamos para decidir esto?- Propuso el Sr. Johanssen.

Y como todos estuvieron de acuerdo procedieron a votar, entre Phil y Big Bob, y para enfado de este último Phil salió ganador.

-De acuerdo Anciano, usted manda, pero más le vale que nos lleve con los niños.
Para el anochecer de ese mismo día, todos estaban a bordo de un avión, que los llevaría a chicago, y ahí a San Lorenzo.


Ya habían pasado dos semanas desde que se habían adentrado en la profundidad de la jungla.

La misma ya les era bastante familiar a todos los niños que se encontraban dentro de ella, y parecía que ya nada podía sorprenderlos al estar ahí. Ya podían dominar con bastante soltura la rutina de arduo esfuerzo físico que requería avanzar por la selva, hacer fogatas, levantar campamentos, incluso habían cazado algunos animales pequeños, aunque aún conservaban parte de las provisiones que llevaban con ellos.

Pero para tristeza de Arnold, desde el descubrimiento de la cueva no parecía haber ningún avance en su búsqueda, no habían llegado aún a ningún otro punto del mapa, y el mismo Eduardo parecía ya bastante confundido con las indicaciones que había en él.

Pero dentro de esa preocupación, había surgido algo increíble, o al menos así pensaba Arnold. En ese lapso de dos semanas se había unido como nunca a los amigos que lo acompañaban. Gerald era ya desde hace tiempo su mejor amigo pero ahora era casi su hermano. Lila que antes había sido la niña de quien el creía estar enamorado era ahora una gran amiga, en quien Arnold había descubierto una persona capaz para desenvolverse en un ambiente tan hostil como ese, y una buena confidente. Phoebe era una solucionadora de problemas por naturaleza, y era excelente como mediadora cuando surgía alguna pequeña discusión, con el tiempo Arnold había llegado a apreciarla más que nunca también. El Señor Eduardo también había entrado en gran estima para Arnold, era alguien capaz, muy responsable, amable y sabio, pero por sobre todo hacia a Arnold sentirse cerca de sus padres, Eduardo le había contado muchas historias sobre ellos, y el niño de cabeza de balón no podía más que notar que Eduardo lo extrañaba tanto como él.

Pero y para gran sorpresa de Arnold, la amistad que más se había fortalecido a lo largo de ese viaje, era la de Helga. Arnold noto en ella cosas que nunca había notado. Ella parecía haber cambiado, o más bien dado el tiempo que se veían obligados a pasar juntos, él podía al fin verla como era realmente. Ya Arnold sabía que debajo de la forma de ser Ruda y grosera de Helga había una buena persona que de vez en cuando salía a relucir, pero ahora esa persona parecía estar más presente que nunca.

Helga seguía siendo igual de asertiva y ruda como siempre, pero también demostraba mucha más amabilidad y empatía de la que Arnold recordaba. Ya se había convertido en parte de la rutina diaria que ellos dos se pusieran a conversar frente a la luz de la fogata bajo el cielo nocturno, y gracias a ello Arnold había aprendido mucho más sobre ella, y ella sobre él. Eso les dio la oportunidad de conocer más que nunca el uno del otro, y descubrir que compartían muchos puntos de vista y opiniones, y no solo eso. Arnold al conocer ahora más sobre la Historia familiar de Helga, que si bien creció con sus padres a diferencia de él, y aunque estos la amaban como sus abuelos a él, la constante admiración de sus padres por su hermana Olga, la hacían en ocasiones sentirse tan sola como él se sentía cuando pensaba en sus padres.

Helga incluso había llegado a confesar a Arnold su pasión por la literatura y la poesía, pasión que con anterioridad ella solo había compartido con Phoebe. Esto le sorprendió mucho, pero le agrado ver lo mucho que las letras apasionaban a Helga y le ayudo a comprender la complejidad nunca antes imaginada de su amiga.

En eso y más se encontraba pensando Arnold cuando el grupo se topó con el río cuyo cause habían visto días antes. El cauce era mucho más fuerte que el que tenía días antes, probablemente tomaba velocidad conforme se iba río abajo.

Arnold miro a Eduardo y descubrió que había un poco de angustia en sus ojos, que miraban fijamente el río.

-¿Ocurre algo Sr. Eduardo?
-Bueno, creo que tendremos que cruzar el ri para poder continuar, pero no es tan fácil como parece, no parece que podamos rodearlo por ningún lado cercano, y el cauce es fuerte para hacerlo nadando. Tenemos que improvisar algún tipo de puente para pasar.
-Bueno, estoy seguro de que podremos encontrar la forma.

Después de un rato en que el grupo estuvo analizando la mejor forma para improvisar un puente, llegaron a la conclusión de que la única forma posible era haciendo uno con algunos troncos lo suficientemente largos.

Había algunos árboles caídos, pero estos eran pesados y no muy fáciles de mover, pero trabajando todos juntos para moverlos logran juntar tres troncos largos y suficientemente robustos como para caminar sobre ellos. El siguiente paso era cruzarlos con el rio para formar el puente. Esto fue considerablemente más difícil, ya que no podían sujetarlos de ambos extremos para moverlos, tenían que poner todas sus fuerzas en un solo lado. Pero eventualmente lograron ponerles en vertical y tirarlos de forma que uno de los lados cayera del otro lado del río.

Esta tarea tomo buena parte del día y ya casi atardecía, por lo que decidieron que una vez del otro lado caminarían un poco más y acamparían para seguir al días siguiente.

Cruzar por el tronco no era cosa fácil, el agua del río salpicaba y mojaba la superficie de los arboles caídos que conformaban su endeble puente. Decidieron cruzar en parejas, las primeras fueron Lila y Phoebe que tras muchos nervios, y momentos en que el pánico se hizo presente pues casi resbalan, lograron llegar al otro lado completamente a salvo.

La siguiente pareja fue Eduardo y Gerald, que tras una experiencia similar a la de Phoebe y Lila igualmente cruzaron.

Solo quedaban por cruzar Arnold y Helga que comenzaron a caminar por los troncos lo más despacio que pudieron. Iban por la mitad del rio cuando algo que no se podía calcular paso. El rio con su increíble fuerza arrestaba no solo agua, si no muchas cosas más, como rocas, o incluso otros troncos. Uno de estos troncos bajo por el rio a rápida velocidad y choco con alguna roca en el fondo del rio, lo que provocó que diera un ligero brinco justo en el momento que pasaba por debajo del puente improvisado que habían construido. Esto desestabilizo por completo la endeble estructura.

Arnold y Helga lucharon por seguir de pie en el tronco sobre el que estaban parados, pero unos pocos segundos bastaron para demostrar que era un esfuerzo inútil, cayeron y lograron apenas sujetarse del tronco. Pero la rápida caída de estos dos niños, sumados a la fuerza del golpe del tronco que bajo por el agua, lograron que aquel árbol se deslizara por uno de los bordes del rio cayendo al agua por completo, arrastrando a los dos rubios que se sujetaban con todas sus fuerzas de él.

Arnold y Helga fueron arrastrados ríos abajo junto con el tronco que al tiempo que los alejaba del grupo y de sus probabilidades de salir con vida de la jungla, irónicamente les salvaba de morir ahogados en ese mismo instante. El agua, el miedo y el forcejeo por seguir sujetos les impedía gritar por auxilio, aunque esto de poco habría servido.

Solo podían escuchar los gritos de sus compañeros que intentaban correr rió abajo, aunque el agua era mucho más veloz y rápidamente los perdieron completamente de vista.

Debieron ser kilómetros enteros lo que el rio los arrastro con increíble fuerza, hasta que llegaron a una zona relativamente más plana y el agua perdió velocidad. Eso alegro a los dos chicos, que pensaron que si ellos iban río arria y sus compañeros río abajo eventualmente se encontrarían, pero no contaban con que el cauce se dividía en varios unos cuantos metros más delante de ellos. En cuanto vieron esos serpenteantes brazos en los que río se partía intentaron impulsar el tronco hasta la orilla del río para no perderse en el laberintico cause que tenían enfrente. Pero el intento fue en vano. Ahora ser encontrados sería algo casi imposible para el grupo.


La clase estaba algo desmotiva después de los últimos días. No tenían el menor rastro del paradero de Arnold y su grupo y hace dos días que habían perdido el rastro de Simmons y su grupo. Eso los ponía en una situación difícil, en la que no tenían ni la menor idea de hacia dónde ir, o que hacer.

Era un hecho que tal vez había llegado el momento de regresar por donde habían venido. Estaban bastante seguros de poder hacer eso, ya que habían estado trazando un mapa rudimentario de todos sus movimientos dentro de la jungla.

Pero no era una decisión que quisieran tomar a la ligera. Habían llegado muy lejos y no querían echar todo ese camino por la borda sin haber conseguido nada.

-Bien, yo digo que continuemos un día más, y si no logramos nada, entonces regresemos. De todas maneras no nos queda mucho más que hacer.

Dijo Rhonda, que estaba claramente cansada y aunque no lo admitiría nunca, harta de que su ropa se jaloneara y rompiera por culpa de las ramas.

-¡Yo digo que volvamos ya! Tengo hambre, y calor, y frio, y de todas manera no hemos hecho ni haremos nada- Lloriqueo Harold.
-Vamos, no nos falta comida, y realmente no hemos pasado peligro hasta ahora, y eso que yo vengo con ustedes- Dijo Eugine con entusiasmo.
-¡Y justo porque tu vienes es cuestión de tiempo para que pase algo!- le respondió de vuelta Harold.

Entonces intervinieron Sid y Stinky que habían estado hablando entre ellos por un rato.
-Nosotros estamos de acuerdo con Rhonda, si ya llegamos hasta aquí, pensamos que sigamos, al menos por poco tiempo.
-En ese caso creo que lo más fácil sería intentar encontrar al profesor Simmons – dijo Harold.
-Sí, creo que eso es lo mejor.- correspondió Rhonda.- Esperemos a que regresen Curly y Nadine de su reconocimiento, y entonces decidiremos en qué dirección ir.

Y así hicieron, los dos chicos llegaron al campamento improvisado al paso de unas cuantas horas.

-Bueno, hacia el este, o el oeste no hay muchos lugares por los que se pueda avanzar, por lo que creemos que si Simmons sigue por aquí, deben haberse dirigido hacia el sur que está un poco más despejada, con vegetación menos densa.- les comunico Nadine, que al parecer estaba encantada con toda la situación; ya tenía muchos frascos con insectos exóticos dentro.
-Bien en ese caso continuemos, no queda mucha luz de día, es mejor movernos.

El grupo tomo por dirección sur el resto del día, hasta que llegaron al final del claro, sin rastro alguno de Simmons y mucho menos del grupo de Arnold. Después de levantar el campamento para pasar la noche, se estaban planteando de nuevo la posibilidad de regresar, cuando comenzó a llover a cantaros. No les tomó por sorpresa, no era la primera vez que ocurría, ya sabían cómo reaccionar, fueron directamente al fuego para protegerlo del agua. Lo salvaron justo a tiempo, pero ya se había mermado bastante, apenas era una flama pequeña por lo que la luz se redujo considerablemente. Por suerte algunos de ellos tenían unas linternas por lo que la luz no fue problema.

La lluvia continua por varias horas, y el ruido que generaba les impedía dormir, por lo que solo se quedaron vigilando el fuego, y así continuaron hasta bien entrada la noche.

Debían ser cerca de las tres de la mañana, la lluvia continuaba, y el fuego ya estaba muy débil, no encontraban más madera para echarla al fuego, pues toda estaba húmeda. Pasado un rato la llama al fin se apagó y solo les quedaba la luz de las linternas.

-Sin el fuego, tal vez deberíamos intentar dormir algo, no me gusta nada este lugar por la noche.- Dijo Harold muy asustado.

-Sí, creo que eso es lo mejor, este lugar es realmente escalofriante ahora.- concordó Eugine.

Rhonda estaba a punto de decir algo cuando se quedó mirando a la espesura de los árboles que tenía en frente de ella, una pequeña lucecita se asomaba entre la vegetación, muy diminuta pero se iba haciendo más grande, algo se acercaba. Rhonda miro al resto de sus compañero, y noto algo aún más escalofriante, ella no era la única que noto eso, ahora todos lo veían, pero había más luces, al menos tres amas acercándose en varia dirección. Fuera lo que fuese, se acercaba y los estaba rodeando.

Pronto se hizo obvio que la luz provenía de pequeñas llamas, eran antorchas. Pero ¿Quiénes las sostenían?

Los chocos se acercaron los unos a los otros, en respuesta al miedo que sentían. Pronto se entre los arboles salieron los cuatro hombres sosteniendo antorchas. Llevaban muy poca ropa, y esta estaba fabricada con vegetación y pieles; De tez morena y mirada profunda. Todos ellos llevaban los mismos aretes en las orejas, fabricados con el jade más verde que jamás habían visto, y tallados en forma de ojo.


El Abuelo Phil se encontraba en el Hotel, en el que su nieto debería estar, pero como sabían todas las personas que lo acompañaban, nada era lo que debía ser. Todos los padres se habían dividido en grupo y habían salido a buscar a los chicos por todas las calles de San Lorenzo, aunque la Jungla era la opción más lógica, no querían dejar la posibilidad de que estuviesen perdidos dentro de la ciudad. A su vez no sentían que pudieran hacer mucho si se metían a la jungla además de perderse también.

La verdad que todos se dividieran en grupos alegraba un poco a Phil, le daba más libertad de acción a él… al menos hasta cierto punto ya que Big Bob estaba empeñado en que Phil siguiera su plan.

De este modo, el equipo de Phil estaba conformado por él, Big Bob, el señor Johanssen, Ernie, y el Sr. Hyunh. Los demás se habían dividido en los distintos grupos.

El principal plan del Phil era por supuesto entrar a la jungla, y aunque a regañadientes, había admitido que la ayuda de Bob fue útil, ya que él tenía contactos en el ejército, lo que le sirvió a que un cuartel local le proporcionara algunos suministros y herramientas útiles, y lo mejor de todo un muy bien equipado vehículo todoterreno.

Estaban terminando todos los preparativos, cuando entro Big Bob vestido de camuflaje.

-¡Esta listo Abuelo!
-Tan listo como lo permiten mis viejos huesos Pataki.
-En ese caso vámonos.

El grupo subió al vehículo y se dirigió directo a la selva.

El rio aunque menos veloz que antes, continuo arrastrando a Helga y Arnold por lo que debieron ser varios kilómetros antes de por fin llegar a un punto en que el agua era lo suficientemente lenta para que estos pudieran luchar con la corriente.

Llega e punto en que estos por fin se vieron en la posibilidad de tocar la orilla se sujetaron con fuerza de algunas raíces salientes y se impulsaron para poder salir completamente a la superficie.

Caminaron unos cuantos metros y se tiraron el suelo, donde respiraron por mucho tiempo con grandes bocanadas, alegres de estar vivos, pero también llenos de pánico, pues ahora corrían mucho peligro.

Fue Arnold el primero en ponerse de pie, apoyo la mano en un árbol y le hablo a Helga sin mirarla.

-¿Estas bien? El agua nos arrastró por mucho tiempo
-Sí, sí creo que estoy bien, mojada hasta los huesos, pero bien ¿Y tú?
-También… pero tenemos graves problemas, será muy difícil para los demás encontrarnos, o para nosotros encontrarlos…

En ese momento Arnold por fin volteo a ver a Helga y noto algo que tal vez por el pánico, o por el agua no había notado durante todo el tiempo que el agua los arrastro.

El cabello de Helga, completamente alaciado por al agua, comenzaba a secarse muy lentamente por el calor de la selva, lo que ocasiono que este se ondulara levemente; A su vez caía sobre la chica cubriéndole uno de los ojos. Los recuerdos de hace algunos años llegaron rápidamente a la cabeza de Arnold.

-¡Cecile!... ¡Es decir! ¡Falsa Cecile!
-¿De qué hablas Arn…?- y en ese momento Helga noto su cabello, unió los puntos y su rostro se enrojeció de vergüenza.
-¡Aquella vez en San Valentín, tú eras la falsa Cecile!
-Yo… veras…
-¡Momento! Eso significa que yo… Tú en esa ocasión…dijiste que tu…Que tu…
-Dije que me gustabas Arnold…
-Y tú ¿aun?... ya sabes…
-Bueno…


Los dos se miraban fijamente, mientras mil cosas pasaban por sus cabezas, a la velocidad de la luz.

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